Una estrategia como ilustración Visual
La experiencia como pedagogía
Esta experiencia tuvo lugar en una
ciudad de Colombia. En la cual impera la vida de pandillas en algunos sectores
de la ciudad, y en las aulas de clase se tiene una lucha por lograr motivar y
disponer a los discentes a prestar la debida atención al desarrollo del proceso
enseñanza – aprendizaje, y más con las materias áridas para el contexto (Ética
y Religión). En un colegio de jornada de la tarde. El cual admite estudiantes
expulsados de colegios de enseñanza en la mañana. Muchos de los padres se han
separado y vuelto a casar, así entonces la mayoría vive con un padrastro o una
madrasta. Situación que incide externamente en su personalidad e interna- mente
en su conducta, y algunos los lleva a buscar un grupo de apoyo en cual sentirse
bien. Lamentable mente algunos de estos grupos tienden a ser antisociales, y
por influencia o presión de grupo terminan inclinados o identificados con sus
mismas acciones delictivas.
Había planeado una discusión guiada sobre El porque
de las pandillas, por lo general era la estrategia de enseñanza más habitual,
buscando motivarlos y alimentar su atención con la participación y la discusión
o proceso interactivo (para lo cual siempre al terminar la clase les recordaba
el próxi- mo tema e indicaba para investigar). Ahora no solo me disponía a
abordar un tema que podía tocar la emotividad, y más aún cuando lo hacía con
los alumnos de un grado noveno. Siempre considerados en el medio educativo
básico como los más difi- ciles por la edad de ajuste y de rebeldía como
también por la posibilidad de haber entre los mismos, integrantes de algunos
grupos pandilleros.
Creó que esa tarde y en el proceso interactivo era
cuando más motivado estaban los discentes. De pronto se presento lo
inesperado. El estudiante Alfredo se paró y se vino al docente. Y me
pecho y digo. Deje de hablar profesor. Me ponía en una situación difícil de
sortear ante todos sus compañeros y mis alumnos (me acorde de un escrito que
había elaborado años atrás “La actitud del docente ante los alumnos.” Para mi y
los colegas de la institución). Todos estaban a la expectativa de una reacción
de mi parte.
Y solo le dije sonriendo. Siéntate Alfredo. Déjame
continuar. Esa actitud fue una buena Ilustración como recurso de formación. Por
lo que vino posteriormente.
Salimos al descanso. Cuando uno de los niños del
sexto grado me entrego un vaso con Coca-Cola, y me dijo hay le mandan. Y me
señaló al estudiante que me había pechado, Alfredo.
Alfredo levanto la mano y me saludo. Supe que la
forma de mi acción lo había hecho
reflexionar. Era una forma de didáctica y pedagogía práctica.
Alfredo me
busco y me pidió perdón por su comportamiento sin ninguna mediación. Y junto
con su más amigo del mismo sector, prometieron colaborarme en el orden dentro
del aula para desarrollar los debidos procesos de enseñanza-aprendizaje. Y así
sucedió durante el resto de todo el año lectivo. Supe por una estudiante que el
era el jefe de una pandilla en un barrio de clase media.
He aprendido no solo por lo escrito, sino por la práctica
real, que en las circunstancias en las cuales viven algunos de nuestros
estudiantes, lo que piden a grito, es un ambiente de aceptación, de
comprensión, de tolerancia en el buen sentido de la palabra, y de comunica-
ción. Es esencial a la educación una pedagogía contemporánea para un contexto
con todas sus vivencias concretas.
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